Hace algún tiempo conversando con un amigo, le pregunté cual era la diferencia entre querer y amar. El me dijo que la palabra querer expresaba un fuerte cariño, recién conoces a esa persona, te estás acostumbrado a su forma de ser y existe una fuerte atracción.
Pero amar es diferente, me explicaba. Amar implica muchas cosas y la frase en que me resumió todo ese sentimiento fue: “Amar es cuando ya no puedes vivir sin esa persona”. Tal vez en ese momento no entendía la magnitud de esas cuatro letras… pero todo cambia.
Pero amar es diferente, me explicaba. Amar implica muchas cosas y la frase en que me resumió todo ese sentimiento fue: “Amar es cuando ya no puedes vivir sin esa persona”. Tal vez en ese momento no entendía la magnitud de esas cuatro letras… pero todo cambia.
Regresemos a Cuzco
Como escribí en el post anterior, mis primeros días en esta ciudad mágica fueron geniales. Pude conocer mejor a muchos amigos, pude relajarme (después de una difícil semana en la universidad) y pude ir conociendo Cuzco cada vez un poquito más.
El día jueves muy temprano, luego de una salida a una de las discotecas más conocidas (Mama África) y una conversación muy larga con algunos amigos, retornaba a mi cuarto. Eran como las 8:00 am, no había dormido nada, ya que por un error mis compañeras me cerraron la puerta con llave y no pude entrar a mi habitación. Tal vez no pude dormir por la bulla que hacían los chicos, o por lo nerviosa que estaba. Sebas llegaba muy temprano a Cuzco y realmente no sabía cómo sería nuestro reencuentro.
Cuando estaba a punto de entrar, una voz de la habitación de al lado me llamó. Era Ricardo, quien me preguntó si sabía algo de Sebastian. Yo toda despeinada y con unas ojeras (que ya no eran de mapache, si no de oso panda) le dije que no sabía nada y que estaba algo preocupada. Derrepente note que había un bulto en la cama (toda despistada yo, no me había dado cuenta durante mí conversación con Ricardo). De pronto alguien se levantó por debajo de las sábanas. Sí, era Sebastian, y yo me quede tan sorprendida que solo atiné a lanzarme encima de él y darle un fuerte abrazo y un beso.
Ese momento fue tan perfecto para mí, después de casi cinco meses me veía reflejada en sus ojos, sentí una gran emoción cuando me abrazó y pensé que sería genial que el tiempo se detuviera y quedarnos así … abrazados y mirándonos a los ojos.
Teníamos tantas cosas que hablar, tantas cosas que decirnos.
Por la tarde salimos a caminar por la ciudad. Nos sentamos y conversamos sobre nosotros. Como había sido este tiempo lejos el uno del otro, dijimos algunas cosas que tal vez nos habían molestado, pero todo estaba bien, mejor que nunca.
Luego de esa conversación, ocurrió algo que hizo que este viaje fuera tan especial.
Estábamos conversando y pude darme cuenta que Sebas quería decirme algo, pero no podía. Nos mirábamos fijamente y estábamos abrazados. Fue ahí cuando me dijo “te amo”.
Sí… te amo. Esas dos palabras que significan tanto y que yo ya sentía hace tiempo pero tal vez por temor a su respuesta no las dije antes. No puedo explicar lo que sentí en ese momento, pero me sentí más que feliz.
A pesar de que nos separen tantos kilómetros, esos cinco meses nos sirvieron para conocernos más, para extrañarnos, para que el hablar todas las noches y escuchar su voz se convierta en una necesidad, para abrir mi corazón por completo y dejar atrás cualquier tipo de temor.
Nuestra relación dio un gran paso y sólo importaba eso.
Los días en Cuzco juntos fueron geniales. Caminar por la ciudad de la mano, ir en compañía de todos nuestros amigos a conocer Machu Picchu. Créanme que esa fue una experiencia inolvidable, nos fuimos con el espíritu súper aventurero, pero todo salió bien.
Un Reencuentro… una despedida
Después de 4 días yo debía regresar a Tacna. El último día Sebas me dijo que tenía que hacer algunas cosas y luego pasaría por mí para ir a almorzar.
Aproveché la mañana para terminar de arreglar mi maleta, que por un milagro pude cerrar sin ayuda de mi mami. Luego de bañarme, cambiarme y desocupar la habitación fui a ver a mis vecinos (Kike, Gonza y Odar). Recién se despertaban y arreglaban sus maletas.
Esa sería la primera despedida
Este viaje cambió muchas cosas, pude conocerlos más y convertirme en su “brother”, como cariñosamente me llaman ahora. Terminaron de arreglar sus cosas, tomamos un desayuno improvisado (agua mineral, galletas de soda y una doña pepa que partimos en 4). Luego cada uno me dio una pulsera y les prometí que las cuidaría y las llevaría siempre en mi muñeca.
Era hora de almorzar y todos se tenían que ir. Momento de la despedida, los abrazé a todos muy fuerte y empecé a llorar. Odio las despedidas. Justo cuando todos se iban, llegó Sebas, quien me consoló.
Fuimos a almorzar y ya me sentía un poco mal. Luego de haber estado toda la semana bien en Cuzco, el último día cogí un resfriado que me tenía algo molesta.
Sebas dijo que al terminar tenía una sorpresa para mí.
Antes de entrar a ver la sorpresa, me pidió que me cubriera los ojos. Cuando entramos y me dijo que ya podía ver, abrí mis ojos y una sonrisa se dibujó instantáneamente. Había un ramo de rosas y una bolsa que tenía una caja enorme de Vizzio (mi debilidad son los chocolates). Dentro de la bolsa había una tarjeta, pero yo sabía que si la leía en ese momento me iba a quebrar, así que preferí leerla al subir en el bus que me llevaría a casa.
Luego de la sorpresa, ya sólo quedaban pocas horas para mi regreso a Tacna y decidimos que lo mejor era conversar sobre la despedida. Fue difícil tocar ese tema, pero ahora comprendo que fue lo mejor. Los dos lloramos, pero hicimos la promesa de que estaríamos bien y que nos esforzaríamos para sacar adelante nuestra relación.
Fuimos a mi hotel, recogimos mis maletas y junto a Janny nos fuimos al terminal.
Ya era hora de partir, metimos las maletas en el bus y era el momento de la despedida.
Nos abrazamos tan fuerte, le dije que tuviera presente cuanto lo amaba y subí al bus con mis rosas en la mano. Acomodé las rosas en la parte delantera del asiento, acomodé mi mochila y cuando estaba a punto de sentarme me di cuenta que aun quedaba un poco de tiempo. ¿Quedarme sentada?, pues no. Debía aprovechar hasta el último minuto con él.
Bajé del bus y él se sorprendió al verme. Corrí, lo abracé y le di un beso. Nos dijimos cuanto nos íbamos a extrañar y sobre todo que no olvidáramos la promesa que nos habíamos hecho.
El motor del bus se encendió y ahora sí debía subir, nos dimos el último beso y le dije cuanto lo amaba.
Me senté, Janny me preguntó si estaba bien, le respondí que sí con una sonrisa. Saqué la tarjeta de la bolsa y la empecé a leer. “Te quiero no por quien eres, si no por quien soy cuando estoy contigo” fue la última frase que me escribió. En ese momento tenía tantos sentimientos encontrados, tantas cosas en que pensar, la semana había sido genial, estar juntos de nuevo después de cinco meses había creado tanta expectativa entre los dos. Pero no cambiaría nada, todo fue perfecto.
Una despedida … un comienzo
Nuestra relación creció, dio un gran paso y eso nos hace felices.
Conversando ayer nos dimos cuenta que muchas cosas habían cambiado, todo era tan incierto antes. Pero nos arriesgamos, apostamos por tener esta relación que nunca imaginamos que se podría concretar. Pero como me dijiste ayer… “Lo inesperado sale mejor”.
Y sí, hemos puesto de nuestra parte para superar todos esos obstáculos y para conocernos mejor.
Ahora que han pasado 6 meses, lo único que puedo decir es que no me había sentido tan feliz antes, comprender el verdadero sentido de amar a una persona no se puede expresar, pero es algo maravilloso.
TE AMO y te agradezco por ser mi complemento, mi compañero, mi confidente estos 6 meses.
Felices 6 meses !!!!
1 comentario:
¡Oh qué lindo!En serio me gusto mucho. Estaba en mi trabajo y hasta mi jefa se dio cuanta de la súper sonrisa que puse. Yo tbn te amo mi mapache (ahora panda ¿no?. Y sí, una despedida significa un reencuentro, un nuevo inicio. Para nosotros por unos meses más será así (hasta que venga a Lima). "Te quiero porque el tenerte lejos hace que te quierea aún más".
Te amo, mapache.
Shebas
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