sábado, 18 de julio de 2009

De incierto a real


Dicen que la distancia es un gran impedimento, un obstáculo, un inconveniente. Tener lejos a tus amigos, a la persona que amas, a tu familia es difícil. Tratar de mantenerte lo más cerca posible a través del celular, el msn, viendo las fotos del facebook, recordando tantas cosas juntos.

Pues sí, yo era de las personas que creían que las relaciones a distancia no funcionan. Las amistades sí, las relaciones no.

Como me comentaban algunas personas con las que converse sobre el tema, la fidelidad es el gran factor de miedo. ¿Cómo le vas a ser fiel a tu enamorado si esta tan lejos? … ¿podrás resistir las tentaciones? … podría poner una lista de mil preguntas parecidas.

El otro factor era la confianza. ¿Cómo sabes que no te oculta algo?, ¿Quién te asegura que no tiene otra flaca allá? (créanme que mis amigos tenían unas alucinaciones buenazas, al principio me enojaba, pero después me di cuenta que solo se preocupaban por mí y no querían que nada ni nadie me hiciera sufrir)

Con todo y todo a veces uno se arriesga, a veces uno pone en una balanza sus sentimientos y la razón, a veces aunque todo sea incierto, vale la pena intentarlo.
Y sí, después de algunos meses, 8 para ser exacta me doy cuenta que lo que parecía imposible, ahora es real.

Real porque dependes de eso, real porque no te imaginas tu vida sin esa persona, real porque él es parte de ti y tú eres parte de él.

Y es así como siento las cosas ahora, y es así como quiero seguir.

Una relación así solo tiene dos opciones: O aprendes a valorar a la persona y extrañarlo te hace quererlo más, o el tenerlo lejos hace que los sentimientos cambien.
En mi caso, el tenerlo lejos, hace que lo extrañe más, que cuente los días para verlo de nuevo, que recuerde con una sonrisa cada momento que pasamos juntos, por más pequeño que fuera.

Con todo y todo soy feliz, como hace mucho tiempo no lo era. Y sí, las relaciones a distancia son poco recomendables, pero saben, arriesgarse a veces trae su recompensa, si esa persona lo vale, uno debe poner de su parte y salir adelante juntos.

Felices ocho meses… gracias por soportarme y por hacer de las cosas más simples, como estar escuchando música sentados en mi mueble, un momento inolvidable y especial. Te amo.


sábado, 30 de mayo de 2009

Aquellos tiempos

Hace algunos días leí un mail que me envió un amigo. No suelo reenviar cadenas y cuando veo que el correo es de ese tipo, ni siquiera lo leo, instantáneamente lo borro.

Pero el título me llamó mucho la atención y cuando empecé a leer una sonrisa se dibujó en mi rostro. El mail hablaba de cómo veíamos el mundo cuando estábamos en el colegio.
Pues sí, en el colegio todo era más fácil, aunque créanme que era una de esas niñas con el gran dilema y la crisis existencial.

Aunque los problemas ahí realmente no eran tan graves, en ese momento uno podía sentir que tu pequeño y perfecto mundo estaba a punto de acabar.

Mi mamá siempre me decía que mi única responsabilidad en el colegio era estudiar. Y sí lo hice… hasta quinto de secundaria. Ahí las cosas cambiaron un poco.

Toda mi primaria fui una niña muy estudiosa, siempre estaba en los cinco primeros puestos, participaba en todas las actuaciones habidas y por haber (vela de todo entierro como solía renegar mi mamá). Pero mi vida social no era lo primordial, no era mucho de ir a las fiestas ni a las casas de mis compañeritas, de vez en cuando una que otra pijamada.
Recuerdo claramente que algunos profesores me decían que la secundaria chocaba mucho, que era un gran y difícil cambio.
Desafortunadamente, por decisión de mi mamá, tuve que cambiarme de colegio. La situación no estaba muy bien y mantener sola a tres hijos en un colegio particular era demasiado.
Lloré tanto una semana, pero luego lo comprendí. El nuevo colegio era pequeño y la gran ventaja era que quedaba a muy pocas cuadras de mi casa.

Poco a poco me fui acostumbrando, conocí nuevos amigos y las cosas mejoraron.

El último año fue el mejor. Es 5to, eres promoción. Todo concurso, actuación, campeonato es una competencia con los demás salones. Osea tu eres la promo y por ese simple hecho debes ganar todo.

Mis compañeros eran un caso y el salón claramente estaba dividido.” Los de atrás” nos solían llamar, los que hacían bulla y no prestaban atención a la clase, los que ponían apodos, los que molestaban en plena exposición.

”Las de adelante” eran las chanconas, las que no sabían qué hacer para quedar bien con los profesores, las que presentaban todos los trabajos y si se sacaban menos de 18 renegaban a más no poder.

Pero no lo niego, tal vez en algún momento fui un poco irresponsable, pero ese año fue el mejor.

El trío dinámico, las mafiosas, así nos llamaban. Sandra, Mayra y yo. Mis mejores amigas del colegio, mis cómplices, mis confidentes, mis hermanas.
Nos contábamos todo, mientras todos atendían las clases, nosotras nos dedicábamos a planear la siguiente travesura de la semana, no recuerdo cuantas veces nos apuntaron en el parte por cantar en el salón, por tomar fotos, por reírnos demasiado.
Ellas estuvieron siempre conmigo cuando me hacía un mundo por tonterías, aconsejándome, gritándome, regañándome, limpiándome las lágrimas cuando era necesario y haciéndome enojar cuando no lo era.

Pero sí, cada una tomo un rumbo diferente al terminar el cole. Aún vivimos en la misma ciudad, pero no nos vemos muy seguido.

Pero cada vez que nos reencontramos parece que el tiempo no hubiera pasado, que seguimos siendo las mismas colegialas que tienen el chisme del día, que tienen que contar algún problema, que tienen algún chiste, que bailan solas y se toman un millón de fotos.



El colegio fue una gran etapa en mi vida, pero la universidad ha sido y será la mejor. La u me ha traído las más grandes satisfacciones en mi vida, profesionales y personales. He aprendido mucho, tanto de la carrera como de mí, tengo muy buenos amigos para toda la vida y mi modo de pensar cambió mucho, pero para bien.

Pero extraño el colegio, lo admito.

Todos los cambios son buenos, una etapa empieza y otra se termina. Debemos guardar lo mejor de cada una y aprender de los errores, levantarnos y seguir adelante.

lunes, 18 de mayo de 2009

Una despedida ... un comienzo


Hace algún tiempo conversando con un amigo, le pregunté cual era la diferencia entre querer y amar. El me dijo que la palabra querer expresaba un fuerte cariño, recién conoces a esa persona, te estás acostumbrado a su forma de ser y existe una fuerte atracción.
Pero amar es diferente, me explicaba. Amar implica muchas cosas y la frase en que me resumió todo ese sentimiento fue: “Amar es cuando ya no puedes vivir sin esa persona”. Tal vez en ese momento no entendía la magnitud de esas cuatro letras… pero todo cambia.


Regresemos a Cuzco

Como escribí en el post anterior, mis primeros días en esta ciudad mágica fueron geniales. Pude conocer mejor a muchos amigos, pude relajarme (después de una difícil semana en la universidad) y pude ir conociendo Cuzco cada vez un poquito más.

El día jueves muy temprano, luego de una salida a una de las discotecas más conocidas (Mama África) y una conversación muy larga con algunos amigos, retornaba a mi cuarto. Eran como las 8:00 am, no había dormido nada, ya que por un error mis compañeras me cerraron la puerta con llave y no pude entrar a mi habitación. Tal vez no pude dormir por la bulla que hacían los chicos, o por lo nerviosa que estaba. Sebas llegaba muy temprano a Cuzco y realmente no sabía cómo sería nuestro reencuentro.

Cuando estaba a punto de entrar, una voz de la habitación de al lado me llamó. Era Ricardo, quien me preguntó si sabía algo de Sebastian. Yo toda despeinada y con unas ojeras (que ya no eran de mapache, si no de oso panda) le dije que no sabía nada y que estaba algo preocupada. Derrepente note que había un bulto en la cama (toda despistada yo, no me había dado cuenta durante mí conversación con Ricardo). De pronto alguien se levantó por debajo de las sábanas. Sí, era Sebastian, y yo me quede tan sorprendida que solo atiné a lanzarme encima de él y darle un fuerte abrazo y un beso.

Ese momento fue tan perfecto para mí, después de casi cinco meses me veía reflejada en sus ojos, sentí una gran emoción cuando me abrazó y pensé que sería genial que el tiempo se detuviera y quedarnos así … abrazados y mirándonos a los ojos.
Teníamos tantas cosas que hablar, tantas cosas que decirnos.

Por la tarde salimos a caminar por la ciudad. Nos sentamos y conversamos sobre nosotros. Como había sido este tiempo lejos el uno del otro, dijimos algunas cosas que tal vez nos habían molestado, pero todo estaba bien, mejor que nunca.
Luego de esa conversación, ocurrió algo que hizo que este viaje fuera tan especial.

Estábamos conversando y pude darme cuenta que Sebas quería decirme algo, pero no podía. Nos mirábamos fijamente y estábamos abrazados. Fue ahí cuando me dijo “te amo”.
Sí… te amo. Esas dos palabras que significan tanto y que yo ya sentía hace tiempo pero tal vez por temor a su respuesta no las dije antes. No puedo explicar lo que sentí en ese momento, pero me sentí más que feliz.

A pesar de que nos separen tantos kilómetros, esos cinco meses nos sirvieron para conocernos más, para extrañarnos, para que el hablar todas las noches y escuchar su voz se convierta en una necesidad, para abrir mi corazón por completo y dejar atrás cualquier tipo de temor.
Nuestra relación dio un gran paso y sólo importaba eso.

Los días en Cuzco juntos fueron geniales. Caminar por la ciudad de la mano, ir en compañía de todos nuestros amigos a conocer Machu Picchu. Créanme que esa fue una experiencia inolvidable, nos fuimos con el espíritu súper aventurero, pero todo salió bien.


Un Reencuentro… una despedida

Después de 4 días yo debía regresar a Tacna. El último día Sebas me dijo que tenía que hacer algunas cosas y luego pasaría por mí para ir a almorzar.

Aproveché la mañana para terminar de arreglar mi maleta, que por un milagro pude cerrar sin ayuda de mi mami. Luego de bañarme, cambiarme y desocupar la habitación fui a ver a mis vecinos (Kike, Gonza y Odar). Recién se despertaban y arreglaban sus maletas.
Esa sería la primera despedida

Este viaje cambió muchas cosas, pude conocerlos más y convertirme en su “brother”, como cariñosamente me llaman ahora. Terminaron de arreglar sus cosas, tomamos un desayuno improvisado (agua mineral, galletas de soda y una doña pepa que partimos en 4). Luego cada uno me dio una pulsera y les prometí que las cuidaría y las llevaría siempre en mi muñeca.
Era hora de almorzar y todos se tenían que ir. Momento de la despedida, los abrazé a todos muy fuerte y empecé a llorar. Odio las despedidas. Justo cuando todos se iban, llegó Sebas, quien me consoló.

Fuimos a almorzar y ya me sentía un poco mal. Luego de haber estado toda la semana bien en Cuzco, el último día cogí un resfriado que me tenía algo molesta.

Sebas dijo que al terminar tenía una sorpresa para mí.

Antes de entrar a ver la sorpresa, me pidió que me cubriera los ojos. Cuando entramos y me dijo que ya podía ver, abrí mis ojos y una sonrisa se dibujó instantáneamente. Había un ramo de rosas y una bolsa que tenía una caja enorme de Vizzio (mi debilidad son los chocolates). Dentro de la bolsa había una tarjeta, pero yo sabía que si la leía en ese momento me iba a quebrar, así que preferí leerla al subir en el bus que me llevaría a casa.

Luego de la sorpresa, ya sólo quedaban pocas horas para mi regreso a Tacna y decidimos que lo mejor era conversar sobre la despedida. Fue difícil tocar ese tema, pero ahora comprendo que fue lo mejor. Los dos lloramos, pero hicimos la promesa de que estaríamos bien y que nos esforzaríamos para sacar adelante nuestra relación.

Fuimos a mi hotel, recogimos mis maletas y junto a Janny nos fuimos al terminal.

Ya era hora de partir, metimos las maletas en el bus y era el momento de la despedida.
Nos abrazamos tan fuerte, le dije que tuviera presente cuanto lo amaba y subí al bus con mis rosas en la mano. Acomodé las rosas en la parte delantera del asiento, acomodé mi mochila y cuando estaba a punto de sentarme me di cuenta que aun quedaba un poco de tiempo. ¿Quedarme sentada?, pues no. Debía aprovechar hasta el último minuto con él.

Bajé del bus y él se sorprendió al verme. Corrí, lo abracé y le di un beso. Nos dijimos cuanto nos íbamos a extrañar y sobre todo que no olvidáramos la promesa que nos habíamos hecho.
El motor del bus se encendió y ahora sí debía subir, nos dimos el último beso y le dije cuanto lo amaba.

Me senté, Janny me preguntó si estaba bien, le respondí que sí con una sonrisa. Saqué la tarjeta de la bolsa y la empecé a leer. “Te quiero no por quien eres, si no por quien soy cuando estoy contigo” fue la última frase que me escribió. En ese momento tenía tantos sentimientos encontrados, tantas cosas en que pensar, la semana había sido genial, estar juntos de nuevo después de cinco meses había creado tanta expectativa entre los dos. Pero no cambiaría nada, todo fue perfecto.


Una despedida … un comienzo

Pues sí, las despedidas son de lo peor. Pero también creo que son el comienzo de algo mucho mejor.

Nuestra relación creció, dio un gran paso y eso nos hace felices.

Conversando ayer nos dimos cuenta que muchas cosas habían cambiado, todo era tan incierto antes. Pero nos arriesgamos, apostamos por tener esta relación que nunca imaginamos que se podría concretar. Pero como me dijiste ayer… “Lo inesperado sale mejor”.
Y sí, hemos puesto de nuestra parte para superar todos esos obstáculos y para conocernos mejor.

Ahora que han pasado 6 meses, lo único que puedo decir es que no me había sentido tan feliz antes, comprender el verdadero sentido de amar a una persona no se puede expresar, pero es algo maravilloso.

TE AMO y te agradezco por ser mi complemento, mi compañero, mi confidente estos 6 meses.

Felices 6 meses !!!!

lunes, 4 de mayo de 2009

El viaje soñado

Admito que abandoné totalmente este blog que abrí hace algún tiempo para contar algunas anécdotas que merezcan ser contadas. No escribía tal vez por falta de tiempo o porque no tenía ganas de hacerlo. Pero creo que vale la pena contar este viaje que le dio un giro de 360° a mi vida.

Cuzco… cuando era pequeña siempre imaginé que iría por mi viaje de promo, pero por una mala organización de los padres de familia (que eran tan indecisos) terminé yendo a Arequipa, no me quejó, la pasé genial.

Un viaje cargado de responsabilidades: Una asamblea, un congreso, paseos, etc.… pero sobre todo este viaje tenía un motivo que no me dejaba dormir y me tenía algo inquieta muchas semanas atrás

Hace casi cinco meses que no veía a Sebas y este sería el lugar indicado para nuestro reencuentro.
Sí, una relación a distancia, él vive en Lima y yo en Tacna. Difícil de explicar, difícil de comprender, pero cuando dos personas se quieren no importa la distancia ni los comentarios sin sentido de las personas que creen que una relación así se caracteriza por ser una relación de felices los cuatro (aprendí a reírme de esos comentarios)
Al comienzo ni él ni yo estábamos seguros de lo que se nos venía, si podríamos soportar el no vernos todos los días, hablar sólo por teléfono o a través de correos, tener que pasar solos un día tan especial como San Valentín o ponernos melancólicos cuando cumplíamos un mes más.
Pero con todo y todo, así somos felices y lo supimos llevar de la mejor manera.

Regresando al viaje, Cuzco es una ciudad mágica, esa es la única palabra con la que se le puede definir. Llegué un lunes (después de un largo, pesadísimo pero gracioso viaje por Puno) y al fin mi sueño se hacía realidad.


Todo era tal y como lo había imaginado: Las casas todas (o la gran mayoría) con un techo de teja que le da un toque característico a la ciudad, las nubes parecían algodones inmensos y adornaban los paisajes increíbles que rodeaban la ciudad, turistas de todas las nacionalidades de un lado para el otro y al respirar sentías una vibra que si no te congelaba, te llenaba de emoción.

Gracias a la gestión de un buen amigo, Kike, conseguimos un hotel muy acogedor, a una cuadra y media del centro, que al pasar los días se convertiría en “el point”, ya que la mayoría de delegaciones se quedaron ahí.

Los primeros días fueron divertidos, reencontrarme con amigos a los que no veía tiempo y conocer nuevas personas que rápidamente también se convertirían en amigos, caminar por toda lar la ciudad y tomarme un millón de fotos junto a mis compañeras de viaje Janny y Bea, probar la comida típica ( créanme que no se pueden ir de Cuzco sin comer el adobo Cuzqueño, es demasiado!!!) y claro, asistir al congreso.

Noches de discotecas, aunque a veces la música no favorecía (o al menos a mí), demasiada electrónica para mi gusto, pero sin embargo igual la pasamos bien y nos divertimos como decíamos antes de salir del hotel: hasta las últimas consecuencias!

Este es un pequeño resumen de mis primeros días inolvidables en Cuzco. Lo más interesante viene ahora. Sebas llegaba el jueves y los días pasaban extremadamente lentos y no veía la hora de estar juntos y decirle cuanto lo quería y lo mucho que lo había extrañado… pero eso ya es otra historia!
Continuará ;) ....
( Agradecimiento especial a bibi !!! si amiga sé que no te nombré pero fuiste una de las personas que más alentó para que subiera y actualizará mi blooog ! ... lof u nena !! )

miércoles, 29 de octubre de 2008

Grande Don Miguel !!!


Por Stefanie Scaglioni Meza

En ocasiones mis amigas suelen decirme que soy una persona fría, porque no demuestro mis sentimientos con facilidad, cuando estoy enojada o algo no me parece soy un poco dura para decir lo que pienso y a veces suelo herir a las personas por mi manera de ver las cosas. Nadie es perfecto y gracias a Dios tengo amigos y una familia grandiosa que soportan mis ratos de “grinch” (como diría Gina)

Hace un mes ocurrió algo que me hizo reflexionar sobre mi forma de ver algunos aspectos de la vida…

Muchas veces tenemos problemas o nos ocurren cosas y decimos ¡PORQUE A MÍ! o ¡QUÉ HICE YO! – a mí me paso, lo admito - nos ahogamos en un vaso con agua, se nos acaba el mundo y nos cerramos tanto que vemos imposible una solución.

Hace unas semanas, mi profe Danny nos dejó un trabajo, un documental para ser más exacta y sin pensarlo dos veces ya tenía el tema y se lo propuse a Gina, mi compañera. Sabía sobre la existencia de un zoológico, muy pequeño y humilde, que siempre me llamó la atención pero por flojera nunca fui.

Llegamos hasta el lugar (que queda muy cerca de mi casa por cierto) para hacer la pre entrevista. El dueño del lugar, un anciano que al comienzo nos miro con cierta desconfianza, nos dijo que no habría ningún problema en que filmáramos a los animales; amablemente nos dejó pasar para conocer el lugar y tanto mi amiga como yo nos sorprendimos con la cantidad y variedad de animales que tenía. Dimos una vuelta, cheamos todo el lugar y nos fuimos con el compromiso de regresar.

Después de casi dos semanas, regresamos. Recuerdo que ese día hubo una manifestación y para nuestra mala suerte, la concentración de protestantes era una cuadra antes de llegar al zoológico. Gina y yo estábamos cargando bolsas (con frutas y verduras para los animales) y mientras caminábamos escuchábamos como todos los manifestantes gritaban cosas como: ¡Saqueo!, ¡Mamacitas, porque no vienen a cocinarnos!.Cada vez que recuerdo eso me rio, pero en el momento no fue nada gracioso.

A pesar del paro y los manifestantes, llegamos, un poco asustadas claro ; cuando nos acercamos a la entrada el sr Miguel – así se llama el encargado- nos vio, nos reconoció y nos abrió la puerta, acompañado de sus fieles Muñeca y Fido ( dos puddles encantadores) . En ese momento sentí una de las satisfacciones más grandes de mi vida, al ver el rostro de agradecimiento por las pequeñeces que le llevamos, me sentí un poco mal porque me hubiera gustado llevar mucho más, pero para el sr Miguel fue suficiente.

Empezamos con la filmación, son muchos animales, el espacio es un tanto reducido, pero a pesar de muchas necesidades, se nota que la mayoría de los animales están cómodos.

El sr Miguel nos empezó a contar sobre el zoológico, como empezó, cuántos animales tenía, etc, etc, etc. Yo tenía muchas dudas y preguntas que hacerle. La más importante para mí era ¿qué significaban todos estos animales para él? … Miro la filmadora, se quedó callado un momento y prosiguió: “Siempre me gustaron los animales, teniendo este zoológico puedo cuidarlos,
porque a veces sus dueños vienen, los dejan y se olvidan de ellos. Empecé con algunos en el patio de mi casa y poco a poco fueron aumentando hasta que me tuve que cambiar de local”. Y le pregunté –con mucha más insistencia y curiosidad- recibe algún tipo de apoyo: “Las personas vienen, no les cobro nada por ingresar, sólo su colaboración o lo que me puedan dar. En cuanto a las autoridades muchas se comprometieron, hasta hicieron una campaña para adoptar animales -sonrió sarcásticamente- vinieron, se tomaron fotos, salieron en los periódicos y nunca más regresaron”.

Nos contó tantas cosas, yo no salía de mi asombro y cada vez pensaba más en lo egoístas que podemos ser.

Mientras filmaba pude percatarme del cariño especial que tiene don Miguel por sus animales, la preocupación que siente cuando uno está enfermo, cuando no llega la comida y es tarde para alimentarlos, cuando no sabe dónde está su engreído Fido. Pude percatarme también de que a pesar de estar rodeado de tantos animales que le demuestran cariño, los ojos de don Miguel reflejan una profunda soledad.
Me detuve un momento y me quedé observándolo, estaba sentado, en una banca a la entrada del zoológico, acariciando a Muñeca.

Dicen que las primeras impresiones no siempre son buenas, y cuando yo lo conocí me pareció un poco renegón, tímido y muy poco conversador. Pero ese día, esa primera impresión cambio. Me senté a su lado y sin conocerme mucho me empezó a contar de su familia, sonreía cuando comentaba que su nieta estudiaba Ciencias de la Comunicación igual que yo. Empezamos a conversar, yo le preguntaba de todo y él me respondía sin ninguna molestia. Me sentí tan feliz, de ser al menos por ese pequeño momento una compañía para él.

Estuvimos casi toda la mañana ahí, don Miguel caminaba, yo lo seguía, quería escuchar todo lo que él tuviera para contar sobre los animales, sobre las personas que iban, sobre su vida... En ese momento todo lo que él dijera, para mí era importante.

Era hora de irnos, ya había terminado de alimentar a todos los animales y él debía también ir a almorzar, me dio un poco de nostalgia despedirme en ese momento, pero le prometimos que regresaríamos, no por compromiso, si no porque esa visita de alguna u otra manera, marcó mi vida.

Por los trabajos de la u, por algunos viajes y otros motivos que no son tan importantes, no pude ir en dos semanas. Sentía que estaba faltando a mi palabra y eso m hacía sentir muy mal.

Un sábado, me desperté súper temprano - raro en mí – era el día indicado para ir. Desperté a Diego (mi hermanito menor), estaba tan entusiasmada porque él conociera el zoológico ya que cuando era más pequeño decía que quería ser veterinario, porque le gustan los animales.

Empezamos a caminar, nos detuvimos en una tienda para comprar algunas cosas para los animales y seguimos en el camino.

Llegamos y mi gran temor era que don Miguel no me recordará, pero cuando me vio sonrió y se paró para abrirnos la puerta. Entramos, le di un gran abrazo. Luego empecé con un pequeño recorrido junto con Diego para que conociera el zoo. Yo estaba tan familiarizada con todos los ambientes, sonreía cuando le explicaba o le contaba alguna anécdota graciosa sobre cada animal y él me escuchaba atento. Los animales que más le gustaron fueron los monos, que son muy graciosos y están siempre disponibles para tomarles fotos.

Nada había cambiado, todo seguía como lo dejé. Diego se quedó jugando con los monos y yo me senté junto a don Miguel en la misma banca que la otra vez. Empezamos a conversar y el tiempo se pasó tan rápido. Después de un rato mi hermanito se sentó con nosotros, un poco asustado porque le tiene una fobia inexplicable a los puddles y tanto Muñeca como Fido se le acercaban moviéndole la cola para que les hiciera cariño.

Era la hora de irnos y sentía de nuevo ese vacío en el pecho, pero estaba más tranquila porque todo estaba bien y don Miguel a pesar de todo, seguía con esa buena vibra que te contagia y te llama tanto la atención.

Me despedí con un fuerte abrazo, don Miguel sonrió y entre bromas dijo: “tu hermano está más grande que tú, creo que te estás quedando un poco bajita”.

Caminamos y caminamos, sólo tenía una cosa en mi mente… ¿cuándo regresaría? … A veces suelo quejarme porque entre el trabajo, la universidad y otras responsabilidades no tengo tiempo para hacer muchas cosas que me gustarían, pero tengo por seguro que siempre habrá un tiempito para visitar a este viejito que me robó el corazón.

Muchas veces pensamos que desde nuestra posición no podemos hacer nada para solucionar muchos problemas que hay en la sociedad, siempre me gustaron los animales pero nunca hice nada por ellos.

Conocer a este señor, de verdad que me hizo pensar mucho, su gran corazón, su entrega desinteresada … Me siento afortunada de ser parte de eso, de haber conocido a una persona tan maravillosa. Las cosas más simples de la vida, son las que nos traen mayores satisfacciones, y hacer sonreir a alguien, no tiene precio.